Haz lo que quieras, pero sobre todo, no rompas la cadena.
10:30 de la noche.
Estaba en mi habitación, conectada al ordenador. Todos mis amigos se habían ido ya. Solo quedaba la pesada de mi vecina Hannah, y pasaba de hablar con ella, así que cerré el Messenger antes de que hablara conmigo.
Aburrida, me puse a mirar el correo electrónico. Nada. Solo publicidad, mensajes para unirme a paginas y e-mails de mis familiares de Madrid. Pero me llamó la atención uno de los últimos mensajes, ponía:
- Hola, seas quien seas, que sepas que has abierto una cadena maldita, y ahora, tienes que reenviar esto a otra veinte persona en diez minutos o menos. Si no lo haces, la maldición caerá sobre ti. Y la mala suerte, las desgracias y la muerte te perseguirán. Yo que tú reenviaría esto y me quitaría de problemas, aunque si te crees chulo/a, podrías pasar de esto y enfrentarte a las consecuencias de esta cadena. Te deseo lo mejor.
Que chorrada, pensé. Entonces, escuché a mi madre gritar desde el salón:
- ¡Niña! ¡A la cama ya! ¡Mañana tienes instituto!
- ¡Sí, mamá! - dije mientras borraba el mensaje y apagaba el ordenador.
Antes de acostarme, me asomé a la ventana y comtemplé el cielo. Siempre me había gustado la luna, todas las noches miraba por la ventana y la veía. Esta noche, la luna estaba en cuarto menguante. Preciosa, pensé, pero al tener frío, me metí para adentro.
Antes de irme a dormir, cogí a mi perrita Luna y la metí conmigo en mi cama sin que nadie se diera cuenta. Luna, era muy bonita, una cachorra de la raza labrador. Como era invierno, me tapé hasta el cuello, en cambio Luna, se metió bajo las sábanas y mantas.
Justo en ese momento, papá entró en el cuarto:
- Hola, Taylor. - sijo mientras se sentaba a mi lado.
- Hola, papá. ¿Que haces aquí?
- Pues se me había ocurrido que hoy podría ser un buen momento para decirte una cosa.
- Vale, ¿Que cosa? - dije con cara sorprendida.
- Pues, que ya tienes diecisiete años, y con el tiempo, tendrás muchos problemas. Pero lo que yo quiero que sepas, es que siempre tienes que guardar la esperanza, y luchar por todo lo que quieras conseguir en esta vida, sea bueno o malo. Bueno, eso era lo que quería decirte, ahora, cierra los ojos e intenta dormir. Te quiero, cariño. -dijo mientras se alejaba hacia su cuarto.
- Y yo a ti, papá- dije mientras miraba la hora. -uf... la una y media, mañana no voy a poder ni abrir los ojos.
Y diciendo esto, me acomodé en la cama y cerré los ojos.
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